martes, 9 de noviembre de 2010

Nuestra perfección quebrada

Aquí, en la noche más negra, mis penas por fin son entendidas. Ya no puedo abrasar mis carencias que por universos de años avivaron mis lágrimas. Por fin soy libre de mi mismo, de todos mis deseos mundanos, de toda mi carne. En el final puedo ver hoy las verdaderas luces de Dios, que encandilaron todos esos simples y pobres sentidos humanos. Al fin, aquí después de mi muerte, puedo reconocer el brillo de mi alma, mi propia perfección quebrada…

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