jueves, 1 de marzo de 2012

CONCEPCIÓN DE CONCEPCIONES

Copas de sangre vistieron y desecharon a mis cómplices. Orugas de mentiras quemaron la claridad. Ensueños, hechas niebla sin despedirse, vaciaron mi bolsillo. Solitario, sin más panoramas, la rabia de una vida pensante me condujo a reflexionar. A un largo caminar, que poco a poco encalla en peregrinación.
Vago entre los negros y naranjos de la noche, sus matices gastados se mezclan con mi piel; camuflajes fríos, perdidos en lo anónimo que lentamente asimilan los rincones de la ciudad. Carcomo metales oxidados. Pateo piedras. Rasco cementaciones. Me revuelco con la urbe, única amante que le queda a mi soledad.
Caupolicán O´Higgins
Viernes madrugador. Anónimos sobre el volante cortan sin cuidado las redes de la ciudad. Almas errantes lucen el irremediable arquetipo humano. Parejas fugitivas hurgan desbocados los ropajes de sus cuerpos. Ironías en las esquinas, sentadas sobre su cadera, testean su mercado. Misántropos vagabundos, incrédulos, observan.
Pedro de Valdivia O´Higgins
Al cruzar Barrio Estación al panorama se atiborra de nuevos sabores. Los ebrios repiten un cantar de absurdos soñando volver a su niñez, Gallos gallardos intercambian nudillos y superioridad de frustración. Los rebaños de mi tiempo entran y salen a gritos de los antros. Letras iluminadas, signos seductores, les venden a todos santa evasión.
Arturo Prat Carrera
Reniego esas luces, sigo mi camino y sobre mis pestañas releo edificios mutilados; gigantes forzados a desparramar sus entrañas en firma ya insigne del polvo que mancha nuestras vistas a más de un año de catástrofes. Vergüenza disuelta, propia, ajena.
Zañartu
El viento irrumpe mis márgenes, se anuncia la costanera. Traspaso turbado, encandilado, rejas y destellos cegadores de túnel, todo en dirección al borde de la ciudad que de un piquero se arroja al Bío Bío; boca abierta inmensa donde tres puentes disparan. Elijo uno de ellos.
Llacolén
Un sendero empastado en charcos refleja fantasmas. Faroles interminables puestos en serie los revelan. Mis pies enrabiados gustan salpicarlos. El frío deja en el humo la poca cera que queda.
San Pedro de la Paz
Hogares colgantes saludan dan prueba de concretos destinos. No todo es imaginación. Cruzo la última banca solitaria, después una calle, dos calles, tres calles más y llego a un quilópodo en desuso; una línea de tren hecha un recto ciempiés. En maniobras salto entre sus vértebras, equilibrio mi peso en el metal e imagino a la serpiente depredadora que siempre se la engulle
Avenida Las Margaritas
Nociones concretas retornan a mi mente. Pausa consiente. Los grados etílicos desalojan las neuronas, fluyen por fin desde mis venas hacia el viento para dejar de copular con mi sangre. Suspiro y recuerdo en mi chaqueta a un cigarro expectante, posado entre mis labios lo decapito Disfruto su putrefacción, que sin metáforas, no es más que mi muerte.
Avenida Los Pensamientos
Asertivo nombre. En tal contexto solo me queda volver a la conciencia. Poco les queda a estos horizontes. Pero justo antes del fin, una última sonrisa. Un perro cansado, viejo, de irregulares pelajes echado en una esquina disfruta la libertad, certero en sus lanzas me mira en estocadas, nuestras esencias dialogan en directo. Rara despedida que hace la eternidad. Buen diálogo que remata mi registro. Punto final de un Concepción de Concepciones; padre y compañero de un sinfín de poemas.

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