martes, 19 de enero de 2010

Su ballet

De miradas distantes te apareciste acostada sobre tu armonía. Me llamabas alegre, ansiosa, como si me conocieras de hace mucho. Agitabas tu mano de lado a lado. Yo estaba en la otra orilla encajandome toda esa cerveza y no pude contener las absurdas reacciones del que se sorprende de forma sincera. No podía evitar preguntarme el porque alguien desconocida vio toda esa soledad que yo juraba ocultar y aparentar en misterio. Ella se encargo en evidenciar todo ésto rápidamente.

Fijó su mente en mi quien sabe porque, en ese pub en que ambos nos mirabamos sentados en el suelo. Tal vez lo hizo porque vio soledad suya representada en mi o tal vez solo por la simple curiosidad. Conversábamos uno junto al otro escuchando la música y mirando los videos que se proyectaban en frente sobre una pantalla gigante. Ahí me acomodé y nos quedamos uno junto al otro al igual que nuestras dos botellas de cervesa de la misma marca. Me argumentaba que estaba sola al igual que yo y que sentía que eso ya nos hacía cómplices. Yo validé aquellas palabras y me sentí a gusto de compartir tal contexto y situación.

Ahí percate sus rasgos ahora ya mas evidentes y note un brillo de ojos particular, una sonrisa facil de sacar y una ligera ebriedad en su aliento y sus movimientos. Su cabello era rubio, corto y ondulado. Tenía un vestido color negro de cuerpo completo, pecas color blanco al igual que sus botas y falda no tan larga.

De sus labios supe que estudió para ser bailarina de ballet en su niñez, tal vez creyendo a esa edad que ya para la actual aquel sueño se haría realidad. Incluso quiso demostrarlo cerca de una baranda que se encontraba cerca de una escalera que conducía al segundo piso. Ahí elevó su pierna izquierda y acercó su frente a la rodilla elevada. Me juró después poder levantarse sobre sus dedos en puntillas como las bailarinas ilustres, pero sucumbió al percatarse lo difícil que era la tarea con botas.

Supe también que hace poco alguien no quiso mas de ella y terminó una relación larga, de esas relaciones amorosas que en verdad hacen sufrir y aprender. Fue el único momento de la noche tal vez en que no rió o simuló reír. Me identifique y conté también mis penas acerca de esos temas y parecimos por un momento abrasarnos aquellas experiencias en sincera amistad. Gritamos salud por el desamor.

Después ya en la pista de baile aparecías y desaparecías entre la gente cual alma libre vuela en verano. Te mezclabas entre los otros, reaparecías y relucías otra vez frente a mi en medio de la música, las luces y mis ansias de besarte.

Y de la nada te despediste con un beso inocente en la mejilla y un suave roce de manos. Preferías irte y descansar para al otro día despertar al trabajo. Y te ibas y me preguntaste si me quedaría solo en aquel lugar, a lo que respondí que sí y a lo que tu respondiste solo con una última sonrisa ya menos inocente.

...por Francisco Javier Valenzuela Saravia
19/01/2010

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