Los poetas somos niños infinitos
Que se quedaron perdidos en la fase infantil, de la contemplación de los cinco años
Esa estancia en que se mira lo creado como una novedad inagotable
Desde humildes faroles ignorantes
Nuestra misión en disociar lo concreto
Lo que el resto intenta imponer como real
Y de ello crear una belleza nueva, infame, transgresora
Que termine con la vida sintetizada
Y nos abra al caos verdadero, de la exquisita multiformalidad
Debemos tomar al objeto y renombrarlo
Liberarlo de su estación
Y elevarlo a una nueva evolución
Que lo lleve a ribetes desconocidos, más cercanos a su esencia
Con ello nosotros mismos somos repuestos en el edén
Perdido, hace tanto, por la vil literatura bíblica
La inquisición
La negación
Hecho aquello, somos merecedores de integrar lo divino por última vez
Para pregonar la primicia
Lo que nunca fue visto por ningún humano
Lo forma jamás concebida
Los misterios, reales, que hace mucho, olvidamos
domingo, 27 de marzo de 2011
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